Tres notas acerca de Henry James y una It girl.


I

El canon occidental cuenta con libros difíciles para un lector que no invierta cierto empeño en su lectura, como En busca del tiempo perdido, El hombre sin atributos, Ulises o Las alas de la paloma. El primer ejemplo se considera difícil por su extensión, que roza las 3.400 páginas, las frases de largo aliento y las incontables digresiones; pero la abundancia de motivos y el carácter de la voz narradora, en absoluto pedante y de una fluidez inesperada, favorecen una lectura que, si nos adecuamos al tempo del libro, resulta totalmente adictiva. El segundo ejemplo también amedrenta por su extensión, cerca de unas 1400 páginas, y por su terno filosófico, al punto de que la historia gira sobre las discusiones políticas, metafísicas y ontológicas de los personajes; pero el humor de Robert Musil, los contundentes pasajes de amor y una composición fragmentaria de nuevo favorecen la lectura. El tercer ejemplo, Ulises, quizá sea el más tolerable de los cuatro, a pesar de su experimentalismo y una longitud de 700 páginas, por la pluralidad de los capítulos y la comicidad extravagante de Joyce.




     En fin, las tres novelas ofrecen una recompensa indiscutible para cualquier lector aventurado y no sería extraña, hoy por hoy, su relectura. Empero nadie recuerda con justicia las novelas de Henry James, exceptuando las consabidas Otra vuelta de tuerca y Los papeles de Aspern, dos novelas cortas muy diferentes a las novelas de su tercera etapa bibliográfica, como Los embajadores o Las alas de la paloma. La distinción entre una primera, una segunda y una tercera etapa en la literatura de Henry James no es, además, veleidosa y explica el carácter sustitutivo que ha delegado el público en ambas nouvelles para metonimizar toda su obra. 

     Los críticos resaltan como cualidad singular de la literatura de James una precisión inusitada en el trazo psicológico, emocional y sentimental de los personajes, mientras lo que cambia en las distintas etapas de su literatura es la manera de focalizarlo mediante las técnicas narrativas y un progresivo enrarecimiento del estilo. La primera etapa consta de novelas con una disposición y unas formas propias del realismo; el estilo, a grandes rasgos, también parece apropiado al de un texto realista por su adiestramiento en la claridad y en el detalle, pero ya lo determina un futuro distintivo de James: atender al mundo interior de los personajes más que a su contexto físico. (Retrato de una dama.) La segunda etapa supondría una intensificación de los hábitos jamesianos y, como una de las novedades más relevantes de su carrera, la incorporación de la técnica del punto de vista, que lo favorecería en la definición y en el contraste de las interioridades una vez filtrasen por separado tal o cual trecho del relato. (Otra vuelta de tuerca.) La tercera etapa redunda en las peculiaridades anteriores y las remata con el idiosincrásico estilo de Henry James, que a la postre sería recordado por la dificultad que ofrece a la mayoría de lectores debido al enrevesamiento léxico y a la longitud de las frases. (Los embajadores.) El resultado apenas guarda semejanza con las novelas del diecinueve, tan sencillas de asimilar con ayuda del narrador omnisciente, la causalidad de las tramas lineales y un equilibrio del plano material y el plano espiritual que pintase una realidad simulada. En cuanto al estilo maduro de Henry James propiamente dicho, su rareza es la de un tono abstracto que provoca cierta perdida u obnubilación del sentido superficial de la lectura; no significa un desconocer lo que sucede a grandes rasgos en tal o cual escena, sino que tanto detalle sobre la interioridad de los personajes figura un paisaje abstracto sin referentes ni demasiada ordenación. Lamento decir que hoy día, sin embargo, cualquier obra de James un tanto abultada sería inaccesible para un lector medio si pensamos en la prolijidad con que detalla los respectivos fenómenos de su interés. 

 II

Una de las virtudes más contrastadas de las novelas canónicas es la de sobrevivir a los periodos históricos anacrónicos y realzar nuevamente su atractivo mediante una clave de lectura propia de los tiempos que corren. El otro día, por ejemplo, releyendo Las alas de las paloma, me di cuenta de que su protagonista, Milly Theale, es lo que hoy denominaríamos una It girl. Pocos motivos hay de mayor actualidad en las redes sociales que las It girls, y pondría la mano en el fuego a que todavía no han hecho acto de presencia en la literatura de primera categoría. Si esto fuera cierto, la novela de Henry James concede la oportunidad de humanizar un fenómeno tan propio del tardocapitalismo como ése y, en función de la misma medida, Las alas de la paloma obtendría una merecida vigencia como aporte literario al siglo XXI: el ejemplo de la It girl sólo es una metonimia de los muchos casos en que la objetualización de la figura humana se torna imperante con respecto a nuestro modo de comprender la realidad contemporánea; la literatura última de Henry James, toda una lección acerca de cómo revitalizar una humanidad sentimental, psicológica o emotiva y contradecir la comprensión heredada del (mass)medio a la vez que incentivar una fascinación imaginativa por lo reprimido. Sin contar que, por otro lado, nuestros literatos más considerados de las últimas décadas, véase Roberto Bolaño, Rodrigo Fresán o Enrique Vila-Matas, aunque hayan ingresado por derecho propio en la literatura del mañana, dejan completamente a desmano las preocupaciones jamesianas y, en consecuencia de nuestro más reciente horizonte de expectativas, novelas como Las alas de la paloma deberían impresionarnos.


Henry James y su conocimiento del alma humana

     Tampoco hace falta decir que a los narradores de mi generación, si algo se les da verdaderamente mal entre muchas otras cosas, es comprender con un mínimo de sutileza los entresijos de la psicología, la sentimentalidad y la emotividad humanas, o al menos yo nunca he visto una expresión de nuestra interioridad tan caduca y en peligro como la de ahora. Dicho así, el juicio parece abstracto de más, pero en verdad no me refiero a otra cosa que a la posibilidad de sostener una trama de 600 páginas, como sería el caso de Las alas de la paloma, solo a través de la motilidad espiritual, o ni que fuera la de urdir una novela focalizada en un personaje significativo: quizá sea éste uno de los escollos de la literatura contemporánea, el personaje, así como suprimirlo fue uno de los de la nouveau roman, la novela postmoderna y la última escritura de vanguardia. De ahí que la lectura de los trabajos más inclementes de James parezca recomendable, hoy por hoy, para cualquier lector interesado en contradecir lo instituido y para los escritores novísimos que procuran un redescubrimiento literario. Además, sus novelas últimas nos harían olvidar una de los auxilios más recurridas por los escritores que no saben cómo encarar su contemporaneidad: firmar un inventario de afiches, actitudes y rutinas de su entorno para justificar un vínculo inmediato con el presente y, de alguna manera, una fehaciente representatividad histórica. En la mejor literatura de Henry James todo eso no vale nada, pues basta modificar cuatro detalles a una escena de Los embajadores o de Las alas de la paloma para que la narración quede ubicada en cualquier tiempo histórico sin que pierda un sólo punto de calidad estética. 


III: Wikipedia vs. James

En primer lugar, cuelgo la descripción que la Wikipedia ofrece sobre las It Girls y después los párrafos con que Milly Theale hace acto de aparición en Las alas de la paloma

Wikipedia:
«It girl es un término para una joven que posee la cualidad It (eso), la atracción absoluta. El uso temprano del concepto de It en este sentido se puede ver en un cuento de Rudyard Kipling: "No es la belleza, por decirlo así, ni buena charla necesariamente. Es sólo 'eso'." Elinor Glyn disertó: "Con 'eso' se gana todos los hombres si eres mujer y todas las mujeres si usted es un hombre. 'Eso' puede ser una cualidad de la mente, así como una atracción física. La expresión llegó a la atención del mundo en 1927, con la película It, protagonizada por Clara Bow. Si bien las It girls actuales son comúnmente jóvenes en el mundo de la moda o el espectáculo, el concepto original se centró en la personalidad». 
    
Cory Kennedy, It Girl canónica
   
Las alas de la paloma:

Susan se encontró desde ese momento en presencia de un elemento que permaneció velado e intangible —aunque seguramente no tardaría en delinearse— y que lo explicaba todo, y aun más que todo, hasta llegar a ser la luz bajo la cual Mildred debía ser leída.Todo aquello podía, a fin de cuentas,dar una idea de la forma en que la joven afectaba a quienes la rodeaban, podía ejemplificar el género de interés que inspiraba a los otros. Ella actuaba -y al parecer sin proponérselo- sobre la simpatía, la curiosidad, la imaginación de sus allegados, y nosotros no nos acercaremos a ella sino compartiendo los sentimientos de éstos, y, si fuese necesario, también su confusión; reducía a los demás, hubiera dicho Mrs. Stringham, los reducía a un desconcierto consentido, lo que para ella -en última instancia estaba aen total concordancia con su grandeza. Ella excedía, escapaba a toda medida, y era sorprendente nada más que porque ellos estaban tan lejos de toda grandeza. (…) El placer de observarla, además, si era necesaria alguna justificación, provenía del sentimiento de su belleza. La belleza de Milly, en un principio, no parecía formar parte del cuadro de Mrs. Stringham, en los primeros arrebatos de amistad, no la había comentado abiertamente con nadie, pues había aprendido desde muy pronto que para la gente estúpida -¿y quién, se preguntaba a veces secretamente, no era estúpido?- aquello exigiría una gran cantidad de explicaciones. (...)Definía a su amiga como insulsa, aun como fea, en los casos de especial insistencia, pero aclarando que tenía “un encanto muy particular”.

Iago Fernández 

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